Conectese con nosotros

Los Condores

Opinión: Chile se hace mundialista para la eternidad en la muy exigente Toulouse

El 10 de septiembre de 2023 quedará marcado como un día grande en la Historia del rugby chileno. No solo Los Cóndores debutaron en un Mundial de nuestro deporte. Lo hicieron en un marco incomparable, privilegio pero también carga adicional de responsabilidad al examinarse en las grandes ligas ante el público tolosano, por lejos el más exigente y entendido en rugby de Francia y, posiblemente, del mundo. Unos aficionados de primera que no aplauden cualquier cosa. A los chilenos los ovacionaron  con respeto en varios pasajes del encuentro.

Por: Pablo Sapaj  (Periodista y Profesor Universidad Complutense de Madrid / Colaborador y Corresponsal Rugbiers en Europa)

Toulouse no es una ciudad francesa más. Es la capital de la región de Occitania y del rugby galo. Por algo el Stade Toulousain es uno de los equipos más laureados del mundo, con títulos franceses Bouclier de Brennus y Copas de Europa para dar y tomar.

Los habitantes de la ciudad del rio Garona son amables, pero también muy exigentes dentro y fuera de la cancha de rugby. Son tan acogedores como demandantes de reciprocidad a sus visitantes. Por eso el que la bandera chilena ondeara en el edificio del Capitolio y muchos lugares más de la ciudad ha sido un honor y una responsabilidad. También para los miles de hinchas nacionales que desde Chile, el resto de Europa y otros lugares viajaron a apoyar a Los Cóndores.

Emocionaba ver de madrugada en el aeropuerto madrileño de Barajas a entusiastas chilenos que viajando más de 12 horas desde Chile y no siempre en vuelos directos repletaban el vuelo que une la capital de España con la ciudad occitana.

Todos confluyeron en el Stadium de Toulouse, que acoge su segundo Mundial de Rugby y que desde 1935 ha sido también sede de dos campeonatos del mundo de fútbol.

Los chilenos contribuyeron a dar un marco inmejorable al debut de Los Cóndores. 30187 espectadores presenciaron el choque. Hartos nipones, en muchos casos empleados de las empresas japonesas que son propietarias de las franquicias que animan la Liga del país del Sol Naciente y que financian en todo o en parte el viaje de los seguidores de los Cherry Blossoms.

Tantos japoneses había en las graderías que la cerveza que se dispensaba era de una conocida marca nipona.

Junto a ellos, muchos tolosanos, entusiasmados con un Mundial que promete para les bleus. Locales que premiaban o reprobaban con ojo clinico los aciertos y errores en cancha. Tolosanos que varias veces entonaron La Marsellesa y corearon el nombre del club de la ciudad.

Entre nipones y tolosanos, unos seis mil compatriotas. Chilenos todos, independientemente de su mayor o menor conocimiento rugbistico. A este corresponsal varios le confesaron que no sabían mucho del deporte ovalado pero que querían apoyar a Los Cóndores. He ahí un invaluable primer resultado de este Mundial. Sin Francia 2023, muchos seguirían sin conocer nuestro deporte.

En la cancha, un resultado dignísimo y prometedor. El Chile 12 Japón 42 del final (7-21 al descanso) es engañoso. Para empezar, fue Chile quien abrió la cuenta con un try de Rodrigo Fernández tan trabajado y sorpresivo por madrugador que lo tuvo que validar el TMO ante la petición de un australiano Nic Berry más que correcto en el arbitraje. Videla no perdonó ante palos, logrando la conversión.

Cierto es que los japoneses contestaron a ese try con otro casi inmediato. Pero a partir de ahí y por largos minutos Chile no solo defendió con orden, técnica de tackle y, por supuesto, garra. Enlazó varias jugadas de muchas fases y términó el primer tiempo con más posesión, aunque menos territorio que los japoneses.

Chile resistía el envite con buen estado fisico, incluso jugando más de un cuarto de partido en inferioridad numérica por sendas tarjetas amarillas (Matías Dittus y Martín Singren) que al ser revisadas, sin embargo, no pasaron a rojas, como permite la nueva regla.

Esa circunstancia, la de las cartulinas, deja señales ambivalentes. Por un lado, el que los chilenos juegan un rugby limpio y acorde con el reglamento, pudiendo calificarse las faltas de técnicas más que de otra cosa. Por otro lado, y al no ser faltas groseras pero sí detectables por el TMO, quedó en evidencia la diferencia de recursos de un Tier 1 habitual como Japón y un Tier 2, como Chile. Mientras los japoneses juegan todos sus partidos con TMO, y de primer nivel tecnológico, a la par los nacionales solo lo hacen en determinados partidos de Los Cóndores y Selknam. Eso se nota, claro, y en partidos así juega malas pasadas. Faltas indetectables en el medio chileno, acá castigan duro, con penales y tarjetas.

Pasa igual con el crono que mide el minuto que como máximo se puede emplear para patear a palos. Los kickers Tier 1 no miran el reloj de la pantalla del estadio, tienen la medición del tiempo incorporada mentalmente porque juegan todos y cada uno de sus partidos con ese recurso. Quizás eso influyó en la no conversión del igualmente brillante segundo try chileno de Alfonso Escobar al promediar el segundo tiempo. De haberse convertido, quizás Berry podría haberlo anulado porque la patada se produjo con el tiempo (casi) cumplido. Cabe preguntarse si eso afectó a la concentración de nuestro pateador, porque era accesible.

En definitiva, cuestión de detalles. Como las pérdidas de balón en momentos claves, ya fuese en el juego abierto o en el line. Pocos errores, en todo caso, lo que obligó a los japoneses a emplearse a fondo en todas las instancias y a tirar de oficio y del liderazgo de su veterana estrella Michel Leith. Solo así pudieron sumar más puntos  en la recta final. De hecho el último try con el tiempo casi cumplido. Redondeaban así los nipones un resultado que en abstracto no hace justicia a la gesta de los dirigidos por Pablo Lemoine desde la cabina y en cancha por un capitán Martín Singren a la altura de su jerarquía y del desafío, pese a la amarilla que lo dejó 10 minutos en el sin bin.

Impresionantes también los minutos de un Nacho Silva que nada más entrar en la recta final del partido se impuso en el breakdown con maestría, impidiendo en buena e impecable lid la salida de la pelota de un ruck japonés. Daba orgullo escuchar los parabienes de los tolosanos, esos que no regalan elogios gratis y que en varias fases del partido aplaudieron a los chilenos, queriendo corear aquello de jeu de mains, jeu de Touluousains (juego a la mano, juego de tolosanos), cambiando el gentilicio por el de Chiliens. Unos compatriotas, todos, que en la cancha, en las graderías y en las calles de la ciudad del Garona escribieron un página más, pero no una cualquiera, de la historia del rugby chileno. No en vano, en el Stadium de Toulouse estuvieron presentes varios apellidos ilustres del rugby chileno de ayer, de hoy y de siempre. De espíritu, todos los que algún día han jugado y amado a este deporte entre la Cordillera de Los Andes y el Pacífico y de Arica a Magallanes. Un Chile que ya es y será mundialista por siempre.

Fotos: Pablo Sapaj

Columnista Rugbiers. Periodista, Profesor Universidad Complutense de Madrid, jugador de Country Club y Olimpico de Pozuelo

Click para comentar

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Más en Los Condores